OPINIÓN: Ayer fue condenado a 35 años de prisión, el empresario y expresidente de multinacionales argentino, Fernando Farré, por el asesinato de su esposa en el año 2015. Clara Patricia Montoya Destacado

En Argentina cada 18 horas matan a una mujer. Hasta el año 2016 se calculaba que el promedio, era de una mujer asesinada cada 30 horas, pero en lo corrido del año 2017, entre el 1 de enero al 12 de febrero, ya se contaban 57 mujeres asesinadas por su pareja, expareja o conocido, recortando de esta forma y abismalmente la estadística.

 

Estas mujeres son asesinadas después de haber denunciado reiterativamente que son objeto de maltrato, lo que refleja una realidad indiscutible: estamos ante “una muerte anunciada”.   Se dice que en solo Buenos Aires, se reciben al día un promedio de 420 llamadas de mujeres, denunciando maltratos y agresiones de parejas, exparejas y familiares del género masculino. Pero se dice también, que los ruegos de las mujeres son desatendidos por las autoridades o simplemente engrosan el listado de cosas pendientes para tener en cuenta.

 

La argentina Claudia Schaefer, madre de tres hijos,  la mujer de la foto perfecta al lado del hombre perfecto, fue asesinada en el año 2015 por su esposo Fernando Farré, alto directivo de  multinacionales con sede en Argentina, como Carrefour, Coca-Cola, Avon y L’Oréal. El hombre que salía regularmente en revistas del Jet Set, probando su éxito, acompañado de Paris Hilton, Hally Berry, Enrique Iglesias o Kate Moss –entre otros-, el hombre de la foto perfecta.

 

Farré y la actriz estadounidense Halle Berry 

 

Pero según algunos testigos, el maltrato por parte de Farré a su pareja, era la costumbre: El vigilante del edificio donde vivieron, resaltó que  vio a Schaefer llorando muchas veces; su hermana mencionó que Claudia le tenía pánico a Farré; un vecino testificó que habló con ella después de una golpiza y le recomendó denunciar, pero que ella le respondió “Tengo miedo que me mate”.

 

Empero el 2 de agosto de 2015, tomó valor y denunció por violencia de género contándole a las autoridades que había sido violentamente golpeada por Farré, delante de sus tres hijos. Pero  diecinueve días después, se dirigió a su vivienda a sacar sus cosas personales, y Farré la mató, propinándole 74 puñaladas con dos cuchillos y degollándola por si acaso las cortadas no eran suficientes.

 

Esta historia se repite una y otra vez. La cita del 21 de agosto acordada entre la pareja, para que Claudia retirara sus cosas, estaba acompañada de abogados de las dos partes y de la madre del criminal, pero la propia víctima, confiada de que ya nada peor le podría pasar,  decidió entrar sola a la vivienda donde estaba su maltratador. ¿De dónde sale esta confianza? ¿De dónde nace está ingenua mentalidad de confianza en un hombre que no acepta a la mujer como un igual? La mujer queda vulnerable después de denunciar y pese a eso, ¿Por qué las autoridades, los abogados y la propia víctima se relajan creyendo que lo peor ya pasó? De la madre del criminal nada se puede decir, porqué son las mujeres en su personaje de madres las que detectando ese instinto violento de sus hijos hacia las mujeres, nada hacen por detenerlo. Por el contrario, son los padres de los criminales los que a veces alimentan esta discriminación hacia la mujer a la que ven como una pata de la mesa que les pertenece por derecho propio.  Las madres, tan culpables de este horror que aqueja la sociedad, han alimentado con su conducta sumisa frente a comportamientos maltratadores de sus parejas,  la idea de que en la sociedad manda el macho hasta matar.

 

Pero también está involucrada en esta cadena,  la ingenua actitud de las autoridades y de los abogados, quienes conociendo los hechos, de alguna forma y por algún camino, se hacen los de la vista gorda frente a la violencia interna que padece la pareja. ¿Por qué conociendo que este caso se repite una y otra vez, permiten que las víctimas valientes que denuncian el maltrato de género, se acerquen a estos criminales? Pasa y pasa y vuelve a suceder que la mujer que denuncia queda sobreexpuesta y POR ESA RAZÓN NUNCA, JAMÁS debe volver a estar sola con el denunciado de los maltratos. En esta clase de hombre, es decir, en el maltratador de género, no existe el miedo a la consecuencia y difícilmente paran, porque ellos funcionan como bestias salvajes que solo descansan hasta obtener lo que desean, igual que cuando desean tener sexo con una mujer y no descansan hasta poseer el objeto de su deseo, así tengan que violar o golpear o matar a la mujer. Y esto es así, porque para ellos, la mujer no es NADA.

 

El Presidente del Instituto de Políticas de Género Wanda Taddei, Argentina, advierte que el 87% de los crímenes cometidos contra mujeres por el solo hecho de ser mujeres, fueron consumados por personas de su entorno familiar (40% por la pareja, 26% por la ex pareja y 13% por personas conocidas). El 9% de las mujeres asesinadas, tenía medidas de protección otorgadas por la justicia. Señaló igualmente en el informe entregado por Wanda Taddei que: “En el marco de cómo opera y cómo trabaja el violento, nunca asesina abruptamente, sino que el feminicidio es la consecuencia y el corolario de muchos años de paliza”.

 

Ayer, terminó el juicio contra Fernando Farré de 54 años y fue condenado a 35 años de prisión, algo así como una cadena perpetua. Pese a que el abogado de la defensa en su estrategia jurídica, intentó sensibilizar a los doce miembros del jurado, integrado por civiles, a favor del acusado, no lo logró.  En su defensa presentó chats entre la víctima y un amigo tratando de convencer al jurado, que el pobre hombre estaba inmerso en un dolor  insuperable que lo llevó a matar. También trató de introducir la tesis del inimputable. Dijo el abogado, que el acusado “no pudo comprender lo que estaba haciendo. Estaba en otro lugar”. También quiso que Farré leyera en estrados una carta dirigida a sus hijos, pidiendo perdón y señalando que daría su vida por devolver la de la madre. Pero nada sirvió.

 

Para fortuna de la capacidad argumentativa, que debe desarrollar y fortalecer la sociedad, en pro de los derechos de la mujer y en  contra de estos crímenes que se reversan en gran parte, en una educación incluyente para el género femenino en la que se vea y se viva en los hogares y de forma efectiva respeto para la mujer, el jurado por unanimidad de doce votos, condenó a Fernando Farré, a morirse en una cárcel por feminicidio.

 

Doce jurados, seis hombres y seis mujeres. La mayoría desempleados argentinos, algunos jornaleros y también estudiantes, civiles  con edades entre 24 y 65 años no dudaron y sentenciaron a conciencia, porque estos crímenes contra la mujer POR EL SOLO HECHO DE SER UNA MUJER, tienen que recibir máximas sentencias y no los puede continuar tolerando la sociedad.

 

Los peritos oficiales sentenciaron que Farré no estuvo loco durante el crimen. Que premeditadamente y sabiendo que Claudia recogería sus cosas, preparó los dos cuchillos. Que  cuando ella entró a la vivienda, cerró todas las puertas con llave. Que incluso le realizó en el cuerpo cortes con diseño lo que prueba que algunas de las cortadas –las leves-  llevaban implícita capacidad de pensar en lo que hacía.  Que capturado podía hablar y responder a la policía, con plena facultad de sus capacidades cognitivas. Incluso le dijo al vigilante al salir, que se había molestado porque su ex esposa, le había dicho “eres un pobre tipo”.

 

Un pobre tipo, sí,  eso era en realidad, para la sociedad, Fernando Farré, y eso son en realidad todos los Fernando Farré del mundo. Pobres tipos que no toleran, ni están dispuesto a tolerar que su mujer a la que golpean los dejé y de paso les dañe la foto linda del retrato de la familia perfecta, del padre y esposo perfecto, del empresario perfecto, del deportista perfecto, del hombre lindo y deseado, del que todo lo puede pagar y todo lo puede comprar. El hombre que sabe que a su mujer se le pega y se le humilla en privado, pero se le paga con dinero el buen carro y la buena casa para que no se salga de la foto en público.

 

Claudia Schaefer  y  Fernando Farré

 

Ya es hora de que las mujeres entiendan que ninguna comodidad vale la pena si está de por medio la vida y que pese a que vivimos en una sociedad donde lo único que cuenta es el dinero, éste no vale nada si a cambio y en nuestra condición de madres, esposas, hijas, hermanas y amigas, le dejaremos a la sociedad niños maltratadores y mujeres sumisas.

 
Modificado por última vez en Miércoles, 11 Mayo 2022 14:45
Clara Patricia Montoya Parra

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