Opinión: MALA VIBRA: VADE RETRO. Por John Marulanda Destacado

29 Sep 2017
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Históricamente, a la par de fuerzas económicas, principios políticos y vaivenes sociales se han movido fuerzas escatológicas, maléficas y esclavizantes unas, buenas y liberadoras otras.

La lucha por el poder frecuentemente invoca energías oscuras, sobre todo cuando el impulso ideológico se inscribe en una doctrina de odio, como es el caso del comunismo. El intento de “santificación” de un asesino, secuestrador, torturador, con más de 200 años de condena a cuestas y que ahora nos quieren presentar como el defensor de los humildes, es un asomo de lo que nos corre pierna arriba.

Homicidas contumaces y ahora con aires de caciques omnipotentes, los cabecillas farianos deambulan con ese aliento de intimidación que los identifica. En carrozas blindadas y rodeados de sus “Tonton Macoutes” que blanden las armas de la república, donde quiera que llegan expelen olor a miedo.

Su aura genera morbosa curiosidad y escepticismo. Aunque tratan de sonreír o de parecer simpáticos, el hedor a muerte que los acompañó durante toda su vida en el monte, no se les quita. Y no se les borrará aunque se encomienden a los yorubas cubanos.

Para que esos zombis políticos ansiosos de poder exorcicen su mala vibra, necesitan de la verdad, el arrepentimiento, intención de no repetición, reparación y penitencia. Pero ni entregaron todas las armas, ni devolvieron todos sus bienes, ni regresaron todos los niños y anuncian el empleo de TODOS los métodos de lucha, que incluyen la supresión física de sus oponentes y críticos. Exigen una impune inmunidad craneada por conmilitones de ideología y la babaza de culpabilidad que los envuelve se espesa cada día mas.

La razón no siempre nos lleva a buen puerto y aunque no soy supersticioso, comparto con millones de colombianos la creencia de que el hálito de tanta sangre inocente que flota en el ambiente, reventará si no se hace una reflexión seria y se imponen la justicia y la seguridad para restaurar la confianza institucional y la convivencia.

Lo anterior, en un complejo y peligroso contexto en el cual el “becerro de oro” nos doblega, navegamos en mares de coca, la brujería pulula, las orgullosas y viciadas tendencias anti natura se consolidan en aras de la libertad y sectores de la iglesia se rinden.

¿Caeremos en la apocalíptica Tribulación, como está sucediendo en Venezuela, ritualizada por santeros castristas?

Frente a amenazas como las de Corea del Norte e Irán, que pueden desencadenar una hecatombe Global, pacifistas gritones y chacales de quedo hablar y aviesa sonrisa, proclaman la situación del país como un oasis con esperanza de paz.

Pero la realidad es que por vanidad –“mi pecado favorito”– e irresponsabilidad de este Gobierno, estamos perdiendo el rumbo y se atalayan negras tormentas. Revisemos nuestra espiritualidad

John Marulanda

Consultor Internacional en Seguridad y Defensa

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