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Certidumbres e inquietudes: RESPETO, SIN PERJUICIO DE LIBRE PENSAMIENTO. José Gregorio Hernández Galindo Destacado

17 Jun 2025
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La reunión que tuvo lugar en Bogotá este 16 de junio, por invitación del Cardenal Luis José Rueda y la Conferencia Episcopal, en la cual participaron el presidente de la República Gustavo Petro, las cabezas de las otras ramas y órganos del poder público y varios funcionarios, tuvo por objeto propiciar un acercamiento y explorar las posibilidades de un cambio sustancial en el ejercicio de la actividad pública y la controversia política.

La idea de los prelados no consistió en nada distinto que en buscar el diálogo y, como lo dijo el Cardenal, “sembrar algunas semillas de encuentro, de fraternidad y de confianza mutua y recíproca, necesaria para posteriores avances”. Es apenas un comienzo, una aproximación, un intento, pero muy importante, con miras a lograr -ojalá algún día- algo tan distante como la concordia y el debate respetuoso, en vez del perjudicial clima vigente, de mutuos ataques, insultos y violencia verbal.

Lo hemos venido expresando. Somos muchos los colombianos que pensamos igual y, por tanto, agradecemos y apoyamos la gestión de la Iglesia al respecto.

La polarización política que se ha adueñado del país desde hace unos años y llega hoy a un nivel inaguantable, ha causado y seguirá causando mucho daño en Colombia. El constante enfrentamiento entre el Gobierno Nacional, el Pacto Histórico, los congresistas y miembros de los partidos y movimientos de oposición, que tiene lugar a nivel nacional y se refleja también en departamentos, distritos y municipios, obstruye constantemente el adecuado funcionamiento del Estado, impide la expedición de las leyes, desconoce principios constitucionales fundamentales, conspira contra el interés general y perjudica ostensiblemente a las comunidades.

En muchos casos, la agresividad del discurso y los ofensivos términos en que los unos se refieren a los otros inciden en el comportamiento de personas que se dejan llevar por las posiciones extremas y no vacilan en agraviar, amenazar, calumniar y hasta en usar la violencia física contra aquellos a quienes consideran sus enemigos, porque eso es lo que han escuchado de los dirigentes, en arengas, en manifestaciones y reuniones, en redes sociales, en medios de comunicación y hasta en sesiones del Congreso y en consejos de ministros.

Inclusive, la bien intencionada “marcha del silencio”, que buscaba unión -a propósito del absurdo atentado contra Miguel Uribe- terminó en ataques  verbales y físicos contra periodistas, solamente por ejercer su trabajo en un determinado canal de televisión. Los agresores creían que ese era su deber; que la marcha era para eso e incurrieron en el delito. En muchos lugares, no hubo silencio sino gritos y ofensas.

En el Congreso, algo tan normal como el trámite del proyecto de ley de presupuesto se hizo imposible por causa del premeditado ausentismo. No hubo quórum, la iniciativa no se discutió; no pudo expedirse y el presidente de la República tuvo que ponerla en vigencia por decreto.

Lo mismo aconteció con el proyecto de reforma laboral, que buscaba devolver garantías a los trabajadores. Se archivó sin ningún debate y el país no ha salido del incomprensible enfrentamiento por la consulta popular.

Es necesario que se regrese al mutuo respeto, sin perjuicio de la libertad de pensamiento político.

 
Modificado por última vez en Martes, 17 Junio 2025 10:25
Jose Gregorio Hernandez Galindo

Expresidente de la Corte Constitucional de Colombia y director de la publicación “Elementos de Juicio. Revista de Temas Constitucionales” y la emisora "lavozdelderecho.com".

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