Opinion (2219)

Durante un reciente foro académico acerca de la libertad de información, uno de los asistentes manifestaba: “Hablando de la información, debo decirles que he perdido por completo la confianza en los noticieros de radio y televisión. Ya uno no sabe qué creer, ni a quién creerle. Todos están politizados”.

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No se olvide que, en una auténtica democracia, la crítica y el disenso -en uso de la libre expresión del pensamiento y opiniones de cada uno, garantizada en Colombia por el artículo 20 de la Constitución- no riñen con el debido respeto, consideración y acatamiento que merecen los actos y decisiones de las ramas y órganos del poder público, incluyendo a los altos tribunales.

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En la actualidad somos ochomil millones de personas que habitamos el planeta, ubicados en cinco continentes, agrupados en naciones de diferentes razas, culturas, distintos idiomas, regidos por innumerables, normas sociales y leyes que prohíben, permiten o castigan.  Independientemente de la teoría que aceptemos sobre el origen del hombre, la creación por un ser supremo o la evolución de las especies, los seres humanos nos hemos reproducido de manera natural por la unión de un hombre y una mujer, (macho y hembra) fue el espermatozoide de nuestro padre que fecundó el óvulo de nuestra madre; los que dieron origen a nuestra existencia en este mundo.       

Al momento de nuestro nacimiento somos recibidos en una sociedad y cultura que tiene estrictos lineamientos para encajarnos en ella y etiquetar nuestro futuro. Crecemos y nos educamos hasta alcanzar la madurez, para luego tomar decisiones por nosotros mismos. Y esto incluye nuestra identidad de género y preferencias sexuales.

Desde el binarismo como pilar de la identidad de la especie humana, en mi próximo libro “LA NATURALEZA SE TRANSFORMA” reflexiono y me pregunto: ¿Si la capacidad de identificarse con un género distinto al asignado al nacer representa una evolución de la naturaleza? ¿Si la naturaleza realmente permite explorar posibilidades más allá del binarismo? ¿Si la existencia de géneros diversos a los contemplados en el binarismo son el resultado de un error de la naturaleza?

Por más variadas que sean las respuestas, la realidad es que la identidad de género es innegablemente parte de la Naturaleza del ser humano. Ya sea que estemos de acuerdo o no, la llamada es a respetarnos y a empatizar, desafiando la discriminación y el odio, abogando por un mundo donde la diversidad de identidad de géneros no sea motivo de división, sino de comprensión y aceptación.

El libro estará listo para la feria internacional del libro en Bogotá del 17 de abril al 2 de mayo, La invitación a leer “LA NATURALEZA SE TRANSFORMA” seguro que aportará elementos suficientes para que el lector saque sus propias conclusiones sobre el tema.  

 

 

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Complementando lo expresado en anteriores columnas acerca de los derechos fundamentales, la impunidad y la necesidad de una administración de justicia recta, oportuna y eficaz, cabe decir que -contrariando claros principios jurídicos y preceptos constitucionales- ahora resulta que, en Colombia, las decisiones acerca de si alguien es culpable o inocente ya no las adoptan los jueces y tribunales sino los medios de comunicación y las redes sociales. Muchas veces, las personas son calumniadas y ofendidas públicamente, sin pruebas y sin existir decisiones judiciales condenatorias -en contra de ellas, o sin esperar el curso y avance de los procesos-, y se quedan señaladas como si hubiesen sido condenadas, sin posibilidad real de defensa o reivindicación.

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