Opinión: MORAL PÚBLICA: ENTRE ODEBRECHT Y LAS FARC. Jhon Marulanda Destacado

22 Nov 2018
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La internacionalmente corrupta y corruptora Odebrecht, robó, financió ilegalmente campañas políticas, untó la burocracia santista y contaminó sectores empresariales privados.
 
Los mecanismos de control preventivo fallaron, fue denunciada, descubierta, está negociando una penalidad y anunció que querría volver a contratar en Colombia, lo que generó no pocas rasgaduras de vestidos. Prestidigitación política, distracción con cianuro y Fiscal incluidos.
Porque hay otra organización transnacional que también corrompió y robó. Más aún, desplazó, secuestró, torturó, asesinó, violó niños, narcotraficó por décadas. Durante medio siglo arrasó con todo lo que pudo y, sin vergüenza, exhibe orgullosa su escabroso pasado. Hoy sus cabecillas son congresistas prevalidos de una aberrante impunidad, les tenemos que pagar cuantiosos salarios de nuestros exiguos bolsillos y cuando les preguntan sobre Odebrecth y el Fiscal, hablan cínicamente de ética y moral. Si usted aceptara un empleo en una de las obras ingenieriles de la compañía brasileña, no lo podrían señalar de inmoral, pues tendrían que mirar el fangoso espejo de las farc.
 
¿Con qué decoro no se rehabilitará, previa penitencia, a Odebrecht mientras sí se absuelve a las farc, que siguen amenazando con dispararnos, si no nos avenimos a sus designios totalitarios?
 
Estas ambigüedades e incertidumbres, son el resultado de los acuerdos habaneros y su colateral corrupción que tocó fondo en el gobierno anterior. La moral del país está erosionada y la justicia, como nunca antes, desvirtuada, mofada por su ineficiencia, ineficacia y podredumbre. Y es débil la fuerza legal y legítima que respalde la aplicación de nuestra baldada justicia.
 
Hay dos elementos que un país serio no puede permitirse: jueces corruptos y militares cobardes.  Corroen las estructuras políticas y económicas y colapsan cualquier Estado.

 ¿Vamos por ese camino? Necesitamos urgentemente jueces y magistrados probos, severos, y militares fortalecidos y honestos. No hay progreso posible, sin estos dos baluartes.

Ante la desconfianza generalizada que se percibe, la justicia recuperará en algo su credibilidad cuando Santrich sea extraditado a US y la opinión pública renovará su confianza en la FF.PP., cuando alias el paisa y alias Iván Márquez sean neutralizados.
 
La novela de Odebrecht es de poca monta, comparada con la macabra historia de la narcoterrorista farc, porque no se trata tanto de recuperar la credibilidad de la empresa privada como de restablecer la moral pública, hoy refundida.
Modificado por última vez en Jueves, 22 Noviembre 2018 19:19
John Marulanda

Consultor Internacional en Seguridad y Defensa

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