Personajes: Gaetano Mosca

 
 
 
Nacido en 1858, muerto en 1941, es un siciliano de Palermo, licenciado en derecho que durante diez años trabaja en la Cámara de los Diputados, lo que le da un buen conocimiento de los entresijos de la vida política italiana. Cree que la política parlamentaria es una política de corrupción. Para poner remedio a esta situación hay que comenzar por conocerla científicamente, hay que construir una ciencia política nueva, que sea capaz de analizar la realidad política fundamental que es la clase dirigente. 
 
Sus ideas aparecieron expuestas en diversas obras: Las constituciones modernas, escrito en 1887, En torno al parlamentarismo, 1895, y las más sistemática de todas Elementos de ciencia política, 1896, que puede ser señalado como el momento del nacimiento de la ciencia política en Italia.
 
Estos libros le valieron el acceso a la cátedra constitucional en la Universidad de Turín en 1897. El catedrático siguió escribiendo pero además entró en la política activa. Miembro del partido liberal, fue diputado y luego senador, fue subsecretario de colonias entre 1914 y 1916. Fue llamado a la Universidad de Roma para abrir la Cátedra de Historia de las Doctrinas y de las Instituciones Políticas en 1923.
 
Después de su discurso en el Senado el 19 de diciembre de 1925, contra el proyecto fachista de los poderes del Jefe de Gobierno, se retiró de la vida pública y se dedicó solamente a la cátedra. Fruto de esta dedicación es su Historia de las Doctrinas Políticas escrito en 1933. 
 
Hay dos datos básicos con los que ha de contar todo análisis de la política. Primero, en todas las sociedades –según Mosca-, comenzando por las que están menos desarrolladas hasta las más cultas, existen dos clases de personas: la de los gobernantes y la de los gobernados. La primera, que es siempre la menos números,a ejecuta todas las funciones políticas, monopoliza el poder y goza de las ventajas que a él van unidas, mientras la segunda, más numerosa, es dirigida y regulada por la primera de modo más o menos legal, o bien más o menos arbitrario y violento. 
 
Segundo dato. Entre los individuos y entre los diversos núcleos sociales existe una continua competición que tiene como fin conseguir condiciones elevadas de riqueza y posiciones importantes de mando.
 
Mosca estudia la clase política y llega a interesantes conclusiones. Se compone esa clase política de individuos que han de poseer determinadas cualidades que son las más apreciadas dentro de la sociedad en cuestión. Esto último quiere decir que el elenco de cualidades cambia según las sociedades y los tiempos.
 
A lo largo de la historia, tres cualidades básicas han sido exigidas para formar parte de la clase dirigente: valor guerrero, riqueza, sacerdocio. Según sea el predominio de una de ellas tenemos tres tipos de aristocracias: militar, económica o religiosa. 
 
Más conocidas son las ideas de Mosca sobre la renovación de la clase política. El proceso de renovación difiere según se trate de una clase creada sobre el principio aristocrático o el democrático. En el primer caso, el poder se transmite a los herederos de los gobernantes. En el segundo la clase política se renueva por elementos que proceden de los gobernados, pero incluso en este último caso siempre está presente una tendencia a la heretabilidad y a la cooptación y una cierta inercia de los miembros de la clase a conservar el estado en que se encuentran.
 
La clase política decae si una vez llegada al poder ya no persigue los objetivos para los que había aparecido y pierde las cualidades que justifican su existencia. La forma de la autoridad de la clase dirigente sobre la mayoría es diferente según las épocas y los regímenes. En cualquier caso, necesita justificar su autoridad y lo hace mediante un complejo de ideas y valores que Mosca llama la fórmula política.
 
La fórmula política es eficaz mientras obtiene el consenso de la población pero esto tiene que estar en armonía con las creencias de la población. Se puede discutir sobre la validez científica de una fórmula política vigente en una sociedad, pero no se la puede despreciar con la denuncia de que se trata de un artificio para engañar a las masas.
 
Un cierto pesimismo antropológico induce a Mosca a dudar de que al progreso científico de la humanidad corresponda un progreso moral. También el sentido moral se puede desarrollar progresivamente pero sólo si en la competición social se afirman ciertas facultades superiores de la clase dirigente y si estas clases se arriesgan a través de un buen orden institucional a que una moralidad de carácter público controle y reprima las manifestaciones de la inmoralidad individual.
 
La moralidad pública depende de la capacidad de la clase dirigente para garantizar lo que Mosca llama la defensa jurídica de la sociedad y del Estado, es decir, el conjunto de actitudes que dan una cierta regularidad a los comportamientos colectivos y que por eso permiten al derecho ejercer su función normativa. Dicha capacidad sólo puede existir si dentro de la clase política existe un equilibrio de fuerzas sociales, es decir, si existe una pluralidad de fuerzas que se controlan entre sí.
 
Mosca estudia qué organización social puede ofrecer una mejor defensa jurídica y llega a conclusiones que ya habían sido apuntadas por Aristóteles. Una sociedad con una clase media numerosa independiente de la clase política. La independencia económica de esta clase le permite tener tiempo para poder dedicarse a la cultura y al bien público, como ejemplos históricos -con los que confirma estas conclusiones- Mosca cita la gently inglesa y los farmers americanos.  Nuestro autor postula la expansión de grupos independientes del poder, representativos de las energías morales y materiales de la nación y provistos de competencias económicas y científicas que puedan ejercitar sin exorbitantes vínculos burocráticos. Postula en definitiva, un fortalecimiento de la sociedad.
 
Sobre el papel de la democracia, Mosca hace algunas puntualizaciones. Está convencido de la importancia de la democracia en la sociedad contemporánea pero no comparte el radicalismo democrático.
 
En primer lugar, desmitifica la democracia, la mayoría nunca tiene una voluntad limpia y además es una ficción creer que la mayoría manda, quienes mandan son las minorías organizadas. Ahora bien, aunque el régimen parlamentario no garantiza la transparencia de un gobierno de mayoría, aunque tiene los defectos del sistema de partidos, Mosca lo defiende porque sus perjuicios, sus daños, son menores que los de un régimen sin parlamento. Los remedios al mal parlamentarismo hay que buscarlos en una amplia descentralización y en la formación de una nueva aristocracia  social de gran base que sea expresión de los grupos más conscientes. 
 
Las doctrinas socialistas le parecen, a Mosca, una consecuencia necesaria para la democracia pura, no resuelven los problemas si no saben resistir a la tentación comunista. Se puede comprobar que en el comunismo, la clase política en vez de extinguirse, se refuerza y tiene una hegemonía superior a la que tiene en el liberalismo. Cuando el colectivismo –dice Mosca- deviene estructura política y estructura económica, la defensa jurídica resulta perjudicada y los ciudadanos sin tener posibilidad de oponerse, quedan sometidos a la tiranía de los gobernantes.
 
La ambición comunista de rehacer la sociedad con la acción revolucionaria, no tiene según Mosca, base científica porque no hay quien poseyendo toda la verdad sepa regenerar con acción taumatúrgica la coexistencia humana.
 
El mismo proyecto de crear el hombre perfecto en un sistema político, provoca los vicios y la corrupción. Construir la sociedad según Gaetano Mosca, de conformidad con los cánones del colectivismo, significa destruir la multiplicidad de las fuerzas vitales de una comunidad.
 
Fernando Prieto. Manual de las teorías políticas.
 
La Voz del Derecho

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