Opinión: LOS NIÑOS. José Gregorio Hernández Galindo

Una vez más, los dolorosos acontecimientos de los últimos días nos llevan a dedicar esta columna al sector más vulnerable y desprotegido del país: los niños.
 
Resulta inconcebible, por contrario a la naturaleza misma, que una madre o un padre de familia sea capaz de acabar con la vida de un hijo suyo de tres o cuatro años, a título de castigo por haberse orinado en la cama, algo que todos hicimos en nuestra infancia, que en modo alguno puede considerarse una falta, ni siquiera levísima dado que es inconsciente –ocurre durante el sueño-, y que, aun si lo fuera, no merece un castigo físico y menos una paliza salvaje. Lo acontecido muestra, además de una gran ignorancia, una infinita crueldad y el desconocimiento absoluto de la responsabilidad que se asume al engendrar o dar a luz un ser humano.
 
Pero esos casos no son los únicos en que, con creciente frecuencia, la población infantil colombiana está siendo maltratada. En los noticieros de televisión y radio hay que dedicar prácticamente una sección diaria reservada para registrar conductas delictivas –algunas de ellas atroces- contra la vida, la salud física o mental, la integridad, la dignidad, la igualdad, la intimidad u otros derechos fundamentales de los menores.
 
Hoy por hoy, en Colombia y en otros países, es  angustiosa la situación en que se encuentran nuestros niños.
 
Secuestros y abandonos de recién nacidos; desaparición de un niño o niña y posterior hallazgo de su cadáver con señales de violencia carnal o de tortura; abuso sexual de menores por parte de pederastas, no siempre extraños a la familia; niños quemados por el uso irresponsable que hacen de la pólvora sus padres durante las festividades navideñas;  balas perdidas que hieren o matan a los niños porque algún borracho decidió celebrar el año nuevo con disparos al aire; niños de corta edad entregados por sus progenitores  a trabajos en jornadas prolongadas y extenuantes, en labores muchas veces superiores a sus capacidades; niños pequeños  forzados a la mendicidad o a la delincuencia en las grandes ciudades; reclutamiento de menores por las organizaciones guerrilleras y paramilitares; niños que crecen en la más absoluta miseria, sin posibilidades de recibir educación, sin atención alguna en salud y en lamentable estado de desnutrición; niñas llevadas a la prostitución a temprana edad, inducidas por sus propios padres…En fin, un grupo humano que reclama a gritos la solidaridad de la sociedad, más allá de las meras declaraciones de siempre.  
Jose Gregorio Hernandez Galindo

Expresidente de la Corte Constitucional de Colombia y director de la publicación “Elementos de Juicio. Revista de Temas Constitucionales” y la emisora "lavozdelderecho.com".

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